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Los Bachilleratos Populares (BPs) son experiencias de educación popular para personas jóvenes y adultas creadas por organizaciones sociales de base a partir del estallido social de 2001 en Argentina (Rubinzstain, 2012). Los primeros BPs fueron creados en 2003 y 2004; y pronto de decidieron adoptar el formato de escuela para responder a la necesidad expresada por sus estudiantes de contar con un título de educación secundaria (Ampudia y Elisalde, 2015). Con esta decisión de convertirse en escuelas, el conjunto de BPs entró en un proceso de disputa con el Estado para conseguir su reconocimiento y, posteriormente, para obtener recursos materiales del Estado que permitan su sostenimiento, como becas y salarios docentes. Este proceso de lucha se articuló desde 2005 a través de La Coordinadora de Bachilleratos Populares en Lucha (Moñino, 2021). Desde este espacio se coordinaron una serie de acciones de presión ante las instituciones estatales: cortes de la vía pública frente al ministerio de educación, tomas del ministerio, clases públicas y escraches a funcionarios públicos. Fruto de estas medidas de presión, en marzo de 2008, 9 BPs fueron reconocidos en la Ciudad Autónoma de Buenos Aires (CABA); y hasta 2015 se ampliaron los reconocimientos hasta alcanzar la cifra de 29 BPs reconocidos en CABA. Además, algunos de estos BPs reciben también salarios docentes. Según nuestro propio recuento, actualmente existen 15 BPs sin reconocimiento en CABA. Como muestra del alcance del movimiento de BPs en todo el país, el único censo hecho hasta el momento contabilizó en 2015 un total de 86 BPs (GEMSEP, 2016). A falta de un censo más actual, cabe confirmar el crecimiento de esta cifra, ya que en los últimos años se han abierto nuevos BPs.
Este trabajo aborda la experiencia de los BPs como una referencia empírica de comunes educativos, entiendo los comunes desde una perspectiva neomarxista como un conjunto de relaciones sociales configuradas al margen del Estado y del mercado, guiadas por un horizonte utópico de signo anticapitalista y organizadas de acuerdo con los principios de acceso abierto, horizontalidad asambleísmo (Federici, 2019). De este modo, los comunes reivindican su autonomía frente a las instituciones estatales. Con la decisión estratégica de convertirse en escuelas y luchar por recursos estatales, el conjunto de BPs se desplegará como una institucionalidad marcada por las tensiones y la contradicción entre la reivindicación de su autonomía y el tipo de regulación que implica tener reconocimiento estatal. La perspectiva neomarxista de los comunes ha sido explorada en el campo de la investigación educativa, sin embargo, se acusa la falta de referencias empíricas (Pechtelidis, 2021).
Objetivos, métodos y materiales. Nuestro proyecto de investigación, EduCommon, tiene como objetivo cubrir este vacío de referencias empíricas en los estudios que abordan la configuración de comunes educativos. En el marco de este objetivo este trabajo ofrece una reconstrucción de la experiencia de los BPs en CABA a partir de un estudio cualitativo basado en dos tipos de materiales: (i) 16 entrevistas con militantes que forman parte de BPs en la Ciudad Autónoma de Buenos Aires (CABA) y 4 entrevistas con funcionarios del Ministerio de Educación de Educación de CABA, (ii) y el conjunto de normativa estatal que otorga reconocimiento a los BPs de CABA. Con base en estos materiales reconstruimos la institucionalidad de los BPs, apoyándonos para ellos en el trabajo de Erik Olin Wright (2010) para el estudio de institucionalidades radicales; y en el enfoque estratégico-relacional desarrollado por Jessop (2016), que nos proporciona herramientas analíticas para rastrear la relación entre el movimiento de BPs y el Estado.
Hallazgos y discusión. En primer lugar, entendemos que los BPs constituyen una experiencia de poder social organizado, ya que son fundados por organizaciones territoriales de base para producir derechos —según la expresión de Bustos (2021)— que el Estado no está garantizando. Las entrevistas revelan el papel de las acciones de presión ante las instituciones estatales para conseguir los recursos simbólicos (reconocimiento para emitir títulos) y materiales (becas y salarios docentes) que han permitido su sostenimiento. En el transcurso de este recorrido de movilización, ha sido crucial la alianza entre el mundo académico y el mundo de la militancia de base en la fundación y trayectoria de los BPs. En segundo lugar, las entrevistas nos han permitido confirmar que la acción social organizada de los BPs ha sido la principal condición de posibilidad para obtener reconocimiento. Pero, además, identificamos un segundo elemento facilitador en los withinputs del Estado (Jessop, 2016): la presencia entre los gestores estatales de perfiles académicos que valoraban positivamente el trabajo de los BPs emerge como un elemento que explica los primeros reconocimientos de BPs en CABA. En tercer lugar, a través de las entrevistas hemos identificado un conjunto de tensiones que definen la institucionalidad de los BPs y que derivan de la radical contradicción entre la racionalidad instituyente y desestabilizadora de la política autónoma de los comunes, y la racionalidad estabilizadora de las políticas estadocéntrica (policies) que les otorga reconocimiento estatal (Gutiérrez Aguilar, 2017). Esta tensión revela los límites de la estatalidad liberal para reconocer experiencias creadas por organizaciones de base militantes y el dilema autonomía-heteronomía sobre el que los BPs dirimen sus cursos de acción ante el Estado. Pero más importante, esta inestabilidad es un signo de vigencia de la racionalidad desestabilizara, instituyente y desbordante que crea los BPs. Así, una institucionalidad plenamente estable o tendencialmente estable daría cuenta de un agotamiento de su impulso desestabilizador y marcaría el fin de la praxis de commoning de horizonte utópico con la que nacieron los BPs.
Este trabajo forma parte del proyecto de investigación EduCommon, financiado por el programa Horizonte 2020 de la Unión Europea bajo el acuerdo de financiación Marie Curie GA101027465.