Search Tips
Debido a la formal abolición de la trata de esclavos en 1820, la cual afectó considerablemente la mano de obra africana en la industria sacarina, cafetalera y tabaquera en auge en Cuba (Figueroa-Arencibia 2007), alrededor de 125.000 culíes (trabajadores obreros chinos de clase baja) fueron traídos a La Habana entre 1847 y 1874.
La progresiva integración de los chinos en la cultura cubana, basada en la expresión cantonés “Luodi Shenggen” (echa raíces donde aterrices), ha sido ampliamente investigada en las ultimas dos décadas (Baltar 1997; Checa 2007; López 2013; Zapata 2019; etc.).
Este estudio describe las costumbres socioeconómicas de la población oriental en Cuba analizando su presencia en el refranero cubano. Al hacerlo, se reseñan también los diferentes niveles de adquisición del español por parte de la diáspora china en la isla caribeña (Valdés-Bernal 2000; Choi-Yeung-Chang 2003; Lipski 2004).
Los resultados de la investigación indican que, a pesar de la importante influencia del cantonés, el habla china de Cuba no demuestra ser muy diferente de las de los africanos traídos durante el periodo colonial español (habla bozal) (Schwegler 2006) o de la de los haitianos asentados en la región de Santiago de Cuba en el siglo XIX y XX (Cabrera 1989).
Por tanto, el contacto inducido por la diáspora china en Cuba no ha llevado a una verdadera reestructuración lingüística, sino más bien a un proceso de convergencia y acomodación lingüística provocada por la necesidad de mantener una identidad social positiva en términos de adquisición de un segundo idioma (Beebe y Giles 1984).