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En las últimas décadas la industria del libro en Cuba ha explorado vías alternativas de subsistencia ante la precariedad de recursos. La revitalización de editoriales con el mecanismo risografh, de impresión a bajo costo, ha llevado a la luz pública buena parte de la literatura de las provincias, que solía quedar marginada, por la centralización en la capital de las principales editoriales nacionales y la escasa promoción de los autores de otras regiones del país. También los jóvenes, ante la competencia de los autores consagrados estaban postergados a una larga ineditez.
A inicios del siglo XXI, la literatura escrita por jóvenes ha sido favorecida con el surgimiento de las editoriales de la Asociación Hermanos Saíz, que con pocos recursos hace visible esta producción a través de cinco sellos a lo largo del país. Los concursos para autores noveles, emitidos por distintas instituciones, abren a muchos el camino de la edición. Las antologías funcionan como vía de promoción de esa obra emergente, con muestras de solidaridad internacional, pues varias selecciones han sido impresas fuera de Cuba. Aún así las soluciones son insuficientes, por ello algunos creadores, recientemente han comenzado ha explorar en las publicaciones cartoneras, las ediciones digitales: ebooks, audiolibros, blogs, sitios web. Estas brechas alternativas a las que llegamos muy rezagados para sortear la marginación y la precariedad, constituyen hoy un reto para el intelectual cubano, condicionado por su situación desfavorable ante el capital, que lo limita en el uso y posesión de los mismos recursos que habrán de ayudarle.