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En un ensayo publicado en 2010, María Moreno reflexiona sobre el ejercicio de la crónica y las consecuencias éticas del trabajo de cronista. Intercala un análisis en torno a las implicaciones teóricas y políticas del género con una descripción de un proyecto editorial en el cual participa. Éste se intitula “El teje”, y se denomina “el primer periódico travesti latinoamericano”. Moreno es la editora fundadora, pero más que intervenir procura ceder la página para que se desarrollen prácticas de escritura desde espacios considerados excluidos y marginados. Llevar la responsabilidad ética del cronista al nivel más radical, propone Moreno, es desaparecer. El cronista deja entonces de ser protagonista, mediador, traductor, e incluso editor. Paradójicamente, esta desaparición del cronista debe hacerse visible para ejercer plenamente su impulso crítico y transgresor.
Esta ponencia partirá de esta encrucijada entre desaparecer y hacerse visible para reflexionar sobre cómo la intervención ética en la crónica se ve íntimamente entrelazada a la construcción de la pública figura del/la cronista. Propongo que Moreno retoma y magnifica un gesto recurrente efectuado por diversos cronistas desde varias posturas políticas, y que se puede trazar en la obra de cronistas tan diversos como Manuel Gutiérrez Nájera, Salvador Novo, Roberto Arlt, y Elena Poniatowska. Reducirse, disminuirse, incluso des-autorizarse se vuelven estrategias de intervención en clave menor, con una carga ética difusa pero no por eso menos transgresiva.