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En la novela Cien botellas en una pared (2002) de Ena Lucía Portela, la violencia invade a la sociedad cubana en su totalidad, abatiendo cualquier esperanza de paz durante una época conocida como el Periodo Especial—un tiempo marcado por la crisis económica y la severa represión por el gobierno cubano. En este contexto de desilusión revolucionaria, la novela de Portela retrata una sociedad cubana que es penetrada por una violencia que proviene de, y es perpetuada por, un sistema patriarcal que fortalece a lo macho con autoridad dominante sobre lo femenino y que delinea las relaciones de poder entre los géneros. Esa relación entre la violencia y la masculinidad hegemónica desemboca en la fundación de una sociedad que es caracterizada por la autodestrucción, demostrando cómo la violencia será eternamente cíclica mientras el sistema patriarcal sea la estructura de poder en la sociedad. Así, muestro cómo la novela señala que la autonomía femenina es la única solución para salir de un sistema patriarcal que sobre todo valora las características masculinas. Basada en un desencanto con las ideas y retóricas revolucionarias, la autonomía femenina demanda una reestructuración radical de la sociedad y de una situación precaria que se originan en un entorno violento establecido por el rígido binario tradicional del hombre/mujer. Dentro de estas pautas, la novela explora una nueva estructura de sentimientos alimentada por un deseo creciente en la sociedad de una autonomía femenina.