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A película peruana Magallanes (Del Solar, 2015) reúne muchas cualidades para poder discutir el escenario postconflicto de la violencia política en el Perú, en el aspecto social, los personajes reunidos son variados, desde militares, empresarios, ciudadanos que fueron obligados a migrar, todos ellos conviven en una ciudad convulsa, guardando cada uno los traumas (tanto victimas como verdugos) los personajes, por temor no hablan, los primeros para alejarse del terror y tentar la posibilidad de superar los traumas, los últimos para alejarse de la vergüenza o sus descendientes, el costo que pudiera suponer haber tenido un pariente inmiscuido en la muerte de inocentes, no falta alguno que en una catarsis de alcohol expulsa el traumático pasado o como Celina (Magaly Solier) guarda el dolor y la vergüenza en un armario. Los personajes al final unen sus vidas en una sola historia que se resume también en una sola palabra IMPUNIDAD, las victimas sobrevivientes del conflicto siguen vagando con su dolor, sin encontrar justicia (ya ni la buscan solo tropiezan con ella), los verdugos continúan manteniendo su estatus, ni la justicia, ni la iglesia, ni la policía, ni la venganza, nadie puede cambiar el destino de las víctimas, es como si nada hubiera pasado, como si nadie hubiera muerto, como si a nadie hubiera torturado, la vida sigue en un mar de impunidad e injusticia, Magallanes muestra con realismo a una ciudad indolente con su pasado. Y a sus personajes, como si se encontraran abandonados en la intemperie para seguir siendo víctimas, para seguir siendo verdugos.