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Los estudios de ecología política que analizan las relaciones entre poblaciones expuestas a un medio ambiente contaminado y las empresas responsables de la contaminación concluyen, en la mayoría de casos, que estas tienden a ser conflictivas y a generar una identidad ambiental que cohesiona a la población afectada que busca “justicia ambiental”. Sin embargo, existen casos en los cuales las poblaciones contaminadas no generan una acción colectiva sostenida frente a estas empresas, sino que se adaptan al medio de vida contaminado. Esta investigación presenta los casos de La Oroya y Esmeraldas, dos ciudades de Perú y Ecuador respectivamente, en las cuales la población pese a ser contaminada por varios años por las empresas locales no ha generado mayores acciones de protesta contras la contaminación en su historia reciente. La forma en la que ellos expresan su descontento y sufrimiento ambiental se canaliza en expresiones cotidianas como bromas, representaciones, robos y violencia familiar, las cuales son conceptualizadas como infrapolítica. Esta infrapolítica de los contaminados, tiene el potencial de adoptar formas políticas en momentos de crisis social tornándose en acciones colectivas cuyas demandas sociales van más allá del tema ambiental y buscan reivindicar derechos ciudadanos no obtenidos.